lunes, 28 de abril de 2008

¡Sorpresa!

III Gala de Premios en Zona Iluminada

¡Sorpresa! he recibido de la escritora catalana de Banavent de Segrià, Lleida, María Jesús Verdú el premio al Blog Dorado.

En palabras del creador de esta mención "Este galardón significa unión, afianza los lazos de amistad entre los enlaces o a quien se le otorga"

Muchas gracias por pensar en mí.

sábado, 26 de abril de 2008

Recuerdos

Desde un primer momento, mi abuelo y su hija no se entendieron. Él era demasiado independiente, para a aquellas alturas de su vida empezar a regirse por unas nuevas normas.

Muchas veces me acuerdo de esto, al ver a alguna gente "mayor" (¿qué significa exactamente "mayor"? entiendo que es cuando una persona, independientemente de su edad, no se vale por sí mismo), manejada por hijos y otros familiares.

Esta señora, mi tía, mientras vivía en la casa, a falta de mi abuela, empezó a “apoderarse” de mí. Mis padres estaban recelosos, no les gustaba que yo pasase tanto tiempo con ella pero era muy pequeña y no tenía la capacidad suficiente para imaginar lo que podría pasar.

Transcurrido un tiempo y como mi abuelo y ella ya no se soportaban más, decidió que se iba. Volvía a su casa, bastante lejos de allí, pero no se iría sola (no tenía pareja ni hijos) había decidido que me iba a llevar con ella. Yo me puse muy contenta, me agradaba la idea de conocer otros lugares, ir a vivir a otro sitio, no era consciente de lo que estaba pasando. Ella no atendió a la negativa de mis padres, ni a la de mi abuelo y, al marchar, les prometió que me llevaría todos los fines de semana para que pudiéramos vernos.

Empecé a ir a otro colegio, con otra profesora, no conocía a nadie allí. Aquello no me gustaba. Estaba triste y sola. En aquella época era costumbre que los niños jugasen juntos en los campos o en la misma calle pero a mí nunca me dejaba salir a jugar, tenía que estar con ella en todo momento y hacer lo que ella decía.

Yo seguía insistiendo en que quería salir, jugar, estar con más niños… entonces ella, que sabía que en el portal contiguo había una niña de mi misma edad, me llevó a jugar allí. Se llamaba Matilde, íbamos juntas al colegio, congeniábamos estupendamente, incluso iba con ella y sus padres a la playa.

Un domingo que mi tía no me dejó ir con ellos a la playa, yo, aburrida, esperaba su regreso para estar juntas. Pasaban las horas y Matilde no llegaba. Entonces empezó a correrse el rumor de que Matilde se había ahogado.
Efectivamente Matilde no volvió.

Yo no podía entender por qué sucedía eso: dos personas que quería y no volverían más.

Mientras tanto, mi tía cumplió su promesa durante las primeras semanas y me llevaba a ver a mis padres, pero como le dije que ya no quería volver con ella, que me quería quedar con mis padres, que me gustaba más el colegio al que iba con mis hermanos…tomó el camino más fácil para ella: a partir de ese momento, iríamos lo menos posible a ver a mi familia.

Del colegio sólo recuerdo que la profesora se llamaba Socorrito (¡socorro! tendría que decir yo).

En el recreo, en una enorme pota, ella hacía leche en polvo; aquello me causaba vómitos, no soportaba encontrar grumos en el vaso, el sabor era asqueroso...¡no me gustaba nada! ni la profesora, ni el colegio, ni nada, quería irme con mis padres y así se lo hacía saber a ella una y otra vez.

Nunca fue posible.

Un saludo.

sábado, 19 de abril de 2008

¿Por qué estoy triste?





Últimamente tengo una sensación de vacío, me asalta la tristeza muy a menudo, no sé en dónde puede estar la causa, quizás la separación forzosa de personas a las que quiero, tendría que ser algo normal, siempre tiene que haber una separación por cualquier motivo. Quizás alguna decepción que tuve en los últimos días, sin embargo, la tristeza no se me puede quitar de la cabeza. A veces lloro y mi corazón se desahoga un poco.

Aprovecharé el fin de semana para decirle adiós a la tristeza y como muchas veces suelo hacer, relajarme en este bello paisaje, me dejaré llevar, el ruido del mar penetrará en mis oídos, el viento revoloteará mi cabello y mis pensamientos volarán hacia el horizonte, entonces gritaré:


Adiós tristeza.


Un saludo.

sábado, 12 de abril de 2008

Recuerdos


Me quedé allí pensativa, callada, con mis seis años poco podía decir, pasaron las horas y seguía con la nariz pegada al cristal; ví como mis padres y mi abuelo volvían a casa. Estaban muy tristes, alguien faltaba por volver. Mi vecina me decía que me estaba viendo desde el cielo, miré al cielo y sólo vi un cuervo, me explicó que no podía verla pero ella sí me veía.
Tanto mis padres como mi abuelo, estaban demasiado apenados como para ponerse a contarme historias.
Mi abuelo se metió en su habitación y no salió hasta el día siguiente, fue entonces, cuando me preguntó si lo quería acompañar al cementerio, claro que fui, los dos permanecimos callados durante todo el trayecto desde nuestra casa. Era la primera vez que iba a tal sitio y, al llegar, me sorprendí, ¿cómo era posible que a mi abuela la metieran allí? Él me dijo que allí estaba su cuerpo, que su alma estaba con nosotros. "Pues conmigo no está", contesté.
De vuelta a casa, me habló todo el tiempo de ella, de lo buena que era, de lo que nos quería a todos, de lo que me quería a mí...yo quería saber más y le hice muchas preguntas; él llevaba aquella gabardina con la cinta negra en la manga, le pregunté por qué llevaba eso, "Estamos de luto", me respondió. "¿Qué es el luto?" pregunté. "El luto es cuando se muere alguien a quien queremos mucho, para demostrarle lo que la queremos nos ponemos de negro".

"¿Ahora con quién voy a estar?" "Con tus padres y tus hermanos", respondió," y conmigo, pero yo tengo que seguir con los negocios, no los puedo abandonar".

Sabía perfectamente que un poco sola sí que me quedaría, mis hermanos al ser mayores que yo y, aunque vivíamos juntos, no tenían esa dependencia de la abuela.

Pronto tendría que volver al colegio, no me apetecía nada.

Pasada una temporada, una hija de mi abuelo que vivía en otro lugar, volvió para ocuparse de él,

En ese momento, no podía imaginarme el giro que mi vida estaba a punto de dar...

Un saludo.

jueves, 10 de abril de 2008

Un regalo muy especial

Uno de los regalos de mi cumpleaños, para mí toda una sorpresa, fue una sesión en Termaria-Casa del Agua, es un centro de talasoterapia con distintos tipos de tratamiento de salud y estética basados en las propiedades del agua que entra directamente del Océano Atlántico, calentada a la temperatura del cuerpo humano. Hay un montón de posibilidades de disfrutar, desde juegos a lo terapéutico, sillones y bancos de hidromasaje, jacuzzis a diferentes temperaturas, río remolino, cascadas, etc.;lo voy a pasar en grande.

El problema es que tengo que desplazarme y esto implica disponer de una tarde libre, son casi dos horas de viaje ida y vuelta, dos horas de actividades y mínimo otras dos horas para recuperarme ... creo que estoy muy oxidada. Hace tiempo que no hago deporte.

Un regalo estupendo, cuándo elija el día, me acompañará la persona que me lo hizo. La pena es que me quede un poco lejos y el horario de trabajo que tengo me ocupa todo el día.

Desde aquí, muchas gracias guapa.


Un saludo.

sábado, 5 de abril de 2008

Recuerdos

Mis padres y mis abuelos vivían en la misma casa, aunque cada familia tenía su espacio.
En aquellos tiempos era impensable dejar a los abuelos solos.
Era muy pequeña cuando mi abuela falleció, el cariño que sentía por ella es muy difícil reflejarlo en estas líneas, a pesar de que hace más de 40 años que esto sucedió, nunca me olvidé de ella, es como si la viese todos los días.
El caso es que cada 10 de octubre cuento la cantidad de años que pasaron y mi recuerdo sigue intacto.
Hasta ese día fuí la niña más feliz, siempre con mi abuela.
Un día íbamos las dos de paseo cerca de casa, sin motivo aparente se cayó, fuí corriendo a avisar a mi abuelo y al llegar a él, tenía tal llanto que no era capaz de explicarle lo que había pasado.
Llamaron al médico, lo recuerdo perfectamente, se llamaba Félix, llegó a casa con su bicicleta y su maletín, yo siempre estaba por el medio, dirigiéndose a mi abuelo le dijo: "Sr. Maximino, está enferma del corazón".¿Sería verdad? el ojo clínico era el utensilio de diagnóstico del médico.
Desde aquél día no salió de casa, siempre en la cama o sentada, nunca más salimos a pasear. No sé cuanto tiempo pasó hasta su fallecimiento; unos días antes, me dijo que cuando fuera mayor tenía que buscarme un marido que fuese guardia civil, en aquella época debía de ser un referente.


El día del fallecimiento era tal el revuelo que había en casa que no podía entender nada, llovía mucho y mi abuelo llevaba una gabardina con una cinta negra en un brazo; a mi madre no la veía por ninguna parte, una vecina quería llevarnos a mis hermanos y a mí a otra casa, algo imposible: a mí nadie me iba a llevar de allí, mi abuela estaría en alguna parte y me llamaría y tenía que ir corriendo hacia ella, me explicaban y me explicaban, no quería entender nada. No me fuí de casa.


Al día siguiente fue el entierro, la vecina me tenía entretenida en la cocina con la puerta cerrada con seguro para que no pudiera salir, el jaleo de la gente y algunos lloros me alertaron. La vecina que no podía más conmigo, yo quería salir pero no era posible, me subí no sé a dónde y ví que sacaban de la casa el féretro, dije, adiós abuela.


En la manga de mi abrigo rojo también me pusieron una cinta negra.


A partir de ese día mi vida cambió y mucho.


Saludos.