sábado, 5 de abril de 2008

Recuerdos

Mis padres y mis abuelos vivían en la misma casa, aunque cada familia tenía su espacio.
En aquellos tiempos era impensable dejar a los abuelos solos.
Era muy pequeña cuando mi abuela falleció, el cariño que sentía por ella es muy difícil reflejarlo en estas líneas, a pesar de que hace más de 40 años que esto sucedió, nunca me olvidé de ella, es como si la viese todos los días.
El caso es que cada 10 de octubre cuento la cantidad de años que pasaron y mi recuerdo sigue intacto.
Hasta ese día fuí la niña más feliz, siempre con mi abuela.
Un día íbamos las dos de paseo cerca de casa, sin motivo aparente se cayó, fuí corriendo a avisar a mi abuelo y al llegar a él, tenía tal llanto que no era capaz de explicarle lo que había pasado.
Llamaron al médico, lo recuerdo perfectamente, se llamaba Félix, llegó a casa con su bicicleta y su maletín, yo siempre estaba por el medio, dirigiéndose a mi abuelo le dijo: "Sr. Maximino, está enferma del corazón".¿Sería verdad? el ojo clínico era el utensilio de diagnóstico del médico.
Desde aquél día no salió de casa, siempre en la cama o sentada, nunca más salimos a pasear. No sé cuanto tiempo pasó hasta su fallecimiento; unos días antes, me dijo que cuando fuera mayor tenía que buscarme un marido que fuese guardia civil, en aquella época debía de ser un referente.


El día del fallecimiento era tal el revuelo que había en casa que no podía entender nada, llovía mucho y mi abuelo llevaba una gabardina con una cinta negra en un brazo; a mi madre no la veía por ninguna parte, una vecina quería llevarnos a mis hermanos y a mí a otra casa, algo imposible: a mí nadie me iba a llevar de allí, mi abuela estaría en alguna parte y me llamaría y tenía que ir corriendo hacia ella, me explicaban y me explicaban, no quería entender nada. No me fuí de casa.


Al día siguiente fue el entierro, la vecina me tenía entretenida en la cocina con la puerta cerrada con seguro para que no pudiera salir, el jaleo de la gente y algunos lloros me alertaron. La vecina que no podía más conmigo, yo quería salir pero no era posible, me subí no sé a dónde y ví que sacaban de la casa el féretro, dije, adiós abuela.


En la manga de mi abrigo rojo también me pusieron una cinta negra.


A partir de ese día mi vida cambió y mucho.


Saludos.

6 comentarios:

Abedugu dijo...

Supongo que sigues con la pena de haber perdido a tu abuela, pero en el fondo tendrías que estar feliz por haber convivido con una abuela que te quería y eso hay que valorarlo mucho, yo en cambio conocí a mis dos abuelas pero nunca se interesaron por mi lo más mínimo.
Buen fin de semana.

Sofía Campo Diví dijo...

La muerte e los sers queridos es siempre una profunda huella imborrable.Yo perdí a mi madre a los 46 años, de eso hace ya 27 años, pero su huella la ha mantenido viva en el corazón de quienes la queríamos. Un saludo

Anónimo dijo...

Yo no tuve las suerte de conocer a ninguno de mis abuelos.
Como dice neurotransmisores: El primer contacto... siendo todavía un niño y el ser que muere MUY QUERIDO la marca es todavía más dolorosa.
Escucha las palabras de Abedegu y valora la gran suerte que otros no tuvimos.

la cocina de frabisa dijo...

Realmente es nítido tu recuerdo, a la par que amoroso.

Qué bueno, nunca he convivido con mis abuelos, doce mil km. lo impedían, me hubiese gustado mucho...

un besito

MANU dijo...

Es verdad Aná, mi primer recuerdo de la muerte de un ser querido, fue de mi abuela paterna, era muy pequeño, pero recuerdo nitidamente todo lo que pasó aquellos días.
Saludos
Apertas gallegas

aná dijo...

Neurotransmisores: La "figura" de la muerte en una niña de 6 años es impactante.

Abedugu: Hay abuelas que no les interesan para nada los nietos y hay padres que no les interesa que los hijos tengan relación con los abuelos.
Mi caso, sólo mis allegados saben lo que sufro al no poder estar con mi nieto, ni siquiera algo tan simple como llevarlo al colegio, lo llevan amigos de los padres, hace 15 días que no lo veo y no es que yo no quiera. ¿Qué dirá este niño el día de mañana?
Todo lo anoto en mi diario.
De mi otra abuela no me acuerdo de nada, vivía en otro lugar.

Sofi: Con 46 años era demasiado jóven, la huella es para siempre. La mía afortunadamente vive.

Toupeiro: Creo que al no conocerlas, puede que se echen en falta de otro modo.

Fabrisa: En mi diario personal, profundizo en más detalles del día a día con ella, al vivir en la misma casa, casi eran las 24 horas juntas.

Manu: En la década de los 60, al ser los velatorios en casa, para los niños era demasiado misterio y
eso no se olvida

Un saludo a todos.