viernes, 9 de mayo de 2008

Recuerdos.



Cuando ya fui un poco más mayor, durante unos cuantos días de las vacaciones escolares de verano, mi tía me llevaba con mis padres y mis hermanos. Aunque era una alegría para todos, no podían evitar mirarme como a alguien extraño, y yo hacía verdaderos esfuerzos para que esto no fuese así. Mis amigas vecinas, también tenían ese recelo al principio, me veían como una extraña, pero después jugábamos todas juntas. Ellas pensaban que yo tenía ventaja sobre ellas porque vivía en la ciudad. ¡Si ellas supiesen! Siempre les decía que lo que más deseaba era quedarme en el pueblo e ir allí al colegio con ellas, con mis hermanos, con mi gente… Supongo que no me creían porque “en la ciudad se vivía mejor que en el pueblo” pero estoy segura de que si lo pensasen un poco ahora, me darían la razón. A día de hoy seguimos manteniendo la amistad.
También quería ayudar a mis padres, me gustaba hacerlo, pero ellos no me dejaban hacer nada. En casa había, y todavía hay, un horno en dónde cocían el pan. Recuerdo que muchas veces yo le decía a mi madre que esperase a que yo estuviese en casa para encender el horno y ayudarle con la masa para hacer el pan. Me encantaba hacerlo. Creo que pocas veces se acordaba de mi petición, pero tampoco podrían esperarme, yo iba muy poco.
La casa de mi abuelo era, y sigue siendo, una casa muy especial. Mi padre era funcionario y mi madre se ocupaba de los hijos y de la casa; años más tarde también ella se convirtió en funcionaria, y siguió atendiendo a todo… Mis padres trabajaron duro en esa casa, mi abuelo hacía su vida independiente.
El fin de mis “vacaciones” era horrible, ¡con lo que a mí me gustaba estar en aquella casa!
Mis padres, mis hermanos…. Y todo.

Mi tía era una persona que sentía pasión enfermiza por la iglesia. Me obligaba a ir a catecismo todos los domingos, a misa todos los días, a rezar el rosario todas las noches, a ir a aquellas horribles excursiones con los del catecismo… y hasta me metió en Sección Femenina, con uniforme y todo!!
Lo que más me atemorizaba era la Semana Santa. Aquellos sermones de los curas… que parecía que retumbaba la iglesia entera, nos acusaban de malos, como si fuéramos los culpables de todo, lo que teníamos que hacer era rezar y rezar para expiar nuestra culpa.
Ya en aquel momento, yo me sentía una niña diferente a casi todas con las que mi tía me quería relacionar. Todavía era pequeña pero empecé a rebelarme, empecé a decir que NO…aunque me llevaba la peor parte, pues ella me castigaba encerrada en una habitación toda la tarde o toda la mañana, según se terciase. Era horrible. Además, en aquella casa sólo había libros religiosos. Y la alternativa eran los del colegio pero poco me apetecía leerlos o estudiarlos.

Tenía pocas amigas, sólo las niñas del colegio y sólo durante las horas que pasábamos en el colegio. Después ni me dejaba ir a casa de nadie ni nadie podía venir a la “mía”. Todas las niñas que conocí vivían con sus padres, mi caso era especial.

Afortunadamente sólo me quedó una secuela: alergia a la iglesia!!


Un saludo.

12 comentarios:

matrioska_verde dijo...

esa alergia que te ha quedado es una de las pocas alergias que son beneficiosas, créeme... a mí también ciertas cosas de pequeña también me han hecho algo de daño, menos mal que ya poco a poco me fui sacudiendo un montón de complejos y represiones... ¡que alivio!...

poco a poco, con tus palabras, te estás liberando de un pasado torturador...

bicos,
Aldabra

Anónimo dijo...

Es muy bonito tener recuerdos y más si son de nuestra infancia, de los maravillosos años cuando la vida empezaba a nuestro alrededor.

Me he sentido muy identificado con este escrito y me ha gustado mucho. Así que enhorabuena por esa forma tan bella al expresarte.

Te agradezco mucho la visita que me hiciste a mi particular desván. A ver si es el principio de una buena amistad.

Un beso y que te vaya bonito.

la cocina de frabisa dijo...

Somos más los que tenemos esa especie de alergia.

un bico

josé javier dijo...

Sigue escrbiendo tus recuerds, así no se perderán. UN beso. J.J.

Meigo, aprendiz de Druida dijo...

Tus recuerdos son como una fotocopia de los mios. Nuestro pueblo y nuestras costumbres. A mi me llamaba mas la artención lo de las vacas, pero tampoc me dejaban. De la Iglesia alergia, pues mira, me parece logico, porque es cierto que todo era ir al fuego del infierno, coño y bien que ellos pecaban. Me da que lo querian todo para ellos.
Muchos besos paisana.

Javi dijo...

Hola!!
Dentro de lo que cabe aún has tenido suerte que solo te ha quedado alergia a la iglesia, piensa qu la hubieras cogido igual después de todas las barbaridades que están haciendo ultimamente...
Un abrazo gracias por votar
-javi-

tulovales dijo...

gracias por visitar mi blog.el tuyo me gusta mucho.

Dicen que cuanto mas se fuerza a alguien a inculcarle algo que no le gusta, termina odiandolo.

un saludo y besos

Unknown dijo...

Algunos de mis recuerdos relacionados con la Santa Madre Iglesia son parecidos a los tuyos, de familia catolica-apostolica-romana, de misa dominguera, en la fila de atrás y mascando chiclecon disimulo. Alergia a la iglesia? pues puede, pero he aprendido mucho de periodos como este, por lo menos, sé lo que no quiero.
Un saludo

MRB dijo...

Parece que ya somos muchos los que tenemos alergia a la iglesia. Una pena que nos queden malos recuerdos marcados de la niñez. Estudié en colegio de monjas y claro... se repite la historia.
Besos,
Shanty

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus felicitaciones, amiga.

Se te echa de menos por estos mundos. ¿Para cuándo nuevas palabras con las que deleitarse?

Un beso y me muero por volver a tus bellas tierras gallegas.

Hasta pronto y espero que estés bien.

M. J. Verdú dijo...

Qué maravilla! haber tenido un horno en casa para cocer el pan. Por otra parte, tras haberte leído entiendo perfectamente tu alergia a la iglesia. Saludos

Anónimo dijo...

Hay que reconocer que también hay alergias muy sanas. Saludos.