viernes, 20 de junio de 2008

Recuerdos


Tenía 19 años y sentía necesidad de cambiar mi vida, quería hacer cosas que me gustaban, sin que nadie estuviera a mis espaldas calentándome la cabeza, quería trabajar y ganar dinero, creía que esto me ayudaría a alcanzar mis objetivos.

Me matriculé, en lo que hoy se llama ciclo formativo, antes era un curso intensivo de secretariado, con clases de inglés, francés, correspondencia, derecho, saber estar, y algo que supongo que hoy ya no se lleva: taquigrafía, ¡sorprendente! Los idiomas no eran mi fuerte, pero la taquigrafía me encantaba, fue cuando comencé a aprender mecanografía. En un tiempo récord, en tan sólo dos meses escribía correctamente al tacto, en mi casa no había máquina de escribir, sólo figuras religiosas, por eso acudía a clases privadas, los ahora llamados cíber, antes eran salas con máquinas de escribir.

Este curso terminó, como todos los cursos, a finales de junio. Ese verano no trabajé en ningún sitio, lo dediqué a seguir practicando mecanografía y los temas que había estudiado, mientras, pensaba a dónde podía enviar mi currículum, quería estudiar Psicología pero primero tenía que trabajar.

Salieron convocadas plazas, precisamente del curso que había terminado, para una empresa grande (o gran empresa, por aquellos años) cerca de donde vivía. Me examiné y ese mismo año en septiembre estaba trabajando. Las cosas no me habían ido nada mal.

Ese año ya era demasiado tarde para matricularme de Psicología, lo pospuse para el próximo curso.

Por aquél entonces tenía novio, fue una parte importante para poder alcanzar algo de lo que me proponía. Sin embargo, las cosas en casa era imposible que mejoraran, cuando no se entra en razón o una de las partes quiere imponer su autoridad, no puede haber entendimiento. Mi tía sabía que en cualquier momento yo podía irme: ¡curioso! Hasta sentí compasión por ella. Algo pasó por mi cabeza y la dependencia hacia ella fue tremenda, no me sentía con fuerzas para decirle, adiós, ¡ahí te quedas!

Ella se ponía furiosa cuando le decía que iba a salir con mi novio,(muchas veces le tengo dado plantón, porque ella no me dejaba salir de casa), no le gustaba nada, pero lo que creo es que ella veía mi marcha cada vezmás cercana.

Aunque tenía un buen sueldo, no era mayor de edad, (la mayoría de edad era a los 21 años) y era una mujer, esto significaba que no podía hacer nada sin permiso de mis padres o mi marido, (marido no tenía, si lo tuviera, tampoco le pediría permiso para nada) algo a lo que me negaba y me negué rotundamente. Afortunadamente estábamos a las puertas de la democracia.

Un saludo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

la gloria de ser adulto es la libertad, desde luego que sí

beso

M. J. Verdú dijo...

Te he dejado un premio en mi blog con todo mi afecto

Anónimo dijo...

El primer trabajo... se tiene una sensación así como si de repente te hicieras mayor.

Saludos.

Esteve Gallardo dijo...

preciosa forma de ver y sentir...
me gusta las decisiones.
besos
magnifico blog

matrioska_verde dijo...

¡¡que fuerte!! y que cercano... no fue hace tantos años ¿verdad?... gracias que hemos evolucionado, aunque no del todo, al menos lo bastante para saborear la libertad de hacer algunas cosas.

bicos,
Aldabra

Anónimo dijo...

Alcanzar la edad adulta nos aumenta la dosis de libertad sin duda. Me gustón mucho hundirme en tus recuerdos. Los retrataste de maravilla y con lo de la mecanografía me sentí identificado, pues yo también aprendí en su día.
Un beso muy fuerte y un placer estar de vuelta.

aná dijo...

Amor: La libertad es algo que debemos escribir con mayúsculas.

María Jesús: Gracias por tu atención.

Neurotransmisores: El primer trabajo jamás se me olvidará, cuando entré por aquella puerta y cuando a fin de mes cobré, me parecía tanto dinero... lo pude contar billete a billete no se ingresaba la nómina en el banco, te lo llevabas en metálico.

Steve: Las decisiones pudieron ser más acertadas.

Aldabra: ¡Claro que no pasaron tantos años! Los jóvenes de hoy tendrían que saber muchas cosas que tan sólo quedaron a la vuelta de la esquina. Estoy segura que muchos lo saben pero una gran mayoría ignora las dificultades que vivimos.

Alatriste: En la edad adulta somos libres pero también nos buscamos complicaciones.

Esta temporada no sé que me pasa, los días parecen que vuelan y no tengo tiempo a nada.

Muchas gracias por vuestros comentarios.

Un saludo.

Juan Luis dijo...

Hola,

Gracias por compartir tu historia. Mi primer trabajo también me abrió el futuro, sentí que por fin tomaba las riendas de la propia vida.

Por otro lado, parece increíble las trabas para la mujer que había no hace tanto tiempo, por eso es bueno refrescar la memoria con crónicas como estas.

Un saludo

Anónimo dijo...

Esa foto me traes recuerdos de cuando tenia 20 años y vendia maquinas de escribir.

Tienes un recado en mi blog.

Un abrazo.