Búhos y lechuzas

Hubo un tiempo en que estuve obsesionada con los búhos, la sensación de ese plumaje tan suave, esos ojos que parece que todo lo ven, el dicho de que traen buena o mala suerte, eso no lo sé, no puedo decir que me haya ido mal, más bien, todo me lo curré y todavía espero me quede mucho por currar.

Los tengo de todos los colores, tamaños, formas, de cerámica, cristal, salero, pimienta, joyero ... y muchos más.

Así como me gustaron mucho y me siguen gustando, un buen día los arrinconé y desde entonces no compré más, el último regalo-búho tiene fecha de 2006 (de mi hija).

En eso de los regalos, a mis hijos les facilité mucho la labor, no tenían que pensar, buscaban en cualquier escaparate un búho y asunto solucionado, además los hay de todos los precios. Me ragalaron muchos y muy bonitos. No heredaron de su madre esta afición, estarían hartos de ver tanto búho. Estoy recordando la cara de felicidad que tenían cuando me decían: mami, te hemos comprado un búho. Bueno, mejor no voy a recordar nada.

Como decía, un día los reuní a todos y están todos juntitos en una vitrina, en dónde no estorban ni molestan para nada. Algunos de cerámica rompieron, como para mí eran algo especial los tenía pegados pero acabaron en la basura.

A medida que voy cumpliendo años evito los adornos, cuanto menos trabaje en casa, mejor, se pierde mucho tiempo en tonterías.
Los únicos adornos que tengo son fotografías de mis hijos.

Saludos.